El 2 de abril de 1977, una joven secuestrada por la dictadura militar argentina, que menos de un mes antes había cumplido 21 años, tuvo una hija en el Hospital de Quilmes. La joven fue asesinada algo más de una veintena de días después. Su hija nunca fue encontrada. Sin embargo, la historia estuvo rodeada de un manto de ocultamiento e intriga.

Ayudemos a identificarlos...

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lunes, 22 de junio de 2009

Capítulo 9 - Epílogo

Todavía cantamos, todavía pedimos
Todavía soñamos, todavía esperamos...
Que nos den la esperanza de saber que es posible
que el jardín se ilumine con las risas y el canto
de los que amamos tanto...

Víctor Heredia, Todavía Cantamos


Capítulo 9
Epílogo



Golpear todas las puertas
Hasta 2006, Rosa llevó adelante una causa judicial en los Tribunales Federales de Lomas de Zamora contra el médico policial Jorge Antonio Bergéz, junto a otros ex detenidos y familiares de desaparecidos; así como otra en el Juzgado Federal Nº 1 de La Plata (1984), realizó una presentación ante la Organización de Estados Americanos (OEA), declaró en el Juicio por la Verdad (1999), escribió una carta al Papa Juan Pablo II, y realizó tres presentaciones de hábeas corpus.
También declaró como testigo en el Juicio a las Juntas en 1985.
El 3 de abril de 1984 participó, entre muchos otros, de un acto realizado en el Hospital Iriarte para reclamar por Rosita. Y en 1998, se sumó a una movida de organismos de derechos humanos promovida por el escritor y periodista Osvaldo Bayer, donde se le impuso simbólicamente el nombre de Isabella Valenzi a la calle Magallanes de Quilmes, donde tenía su domicilio el médico policial Jorge Bergéz.
Por el secuestro de Silvia y el robo de su bebé fueron condenados los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Emilio Massera en distintos juicios, y se inició también un juicio en Italia.

Mentiras y distracciones
También a lo largo de más de dos décadas sumaron una larga lista los misteriosos episodios en los que por una u otra vía se trató de desviar la investigación sobre el destino de Rosita.
Hubo confusas y encontradas declaraciones de profesionales médicos del Hospital Isidoro Iriarte de Quilmes, que no recordaron nada en los años inmediato posteriores a los hechos, como tampoco varias décadas después.
En otra oportunidad fue una mujer la que se acercó a la sede platense de Abuelas de Plaza de Mayo para asegurar que un primo suyo, médico del Iriarte, sabía que una enfermera tenía a Rosita. Y fueron necesarios en ese caso, numerosos viajes, gestiones, y entrevistas para descubrir que todo había sido una fantochada.
Un anónimo, en otra oportunidad, fue la excusa de un presunto arrepentido que aseguraba no haber hablado antes por no mancillar la figura de Roberto Iriarte, director del Hospital de Quilmes en 1977. El texto narraba en pocas líneas que una película había conmovido a su autor, y por eso decidió confesar que Rosita había muerto, y su deceso se anotó a nombre de Roberta González, extendiendo el certificado de defunción un médico de apellido Rakauskas. Una investigación en los libros del Hospital Iriarte demostró la falsedad de esa versión.
Finalmente, y entre los episodios más destacados, se cuenta el de un texto “cifrado” en el que se menciona la detención de Silvia y su paso por tres dependencias (en dos de las cuales fue vista efectivamente). Menciona como “destino final”: 1836/957/1745/000. Y cita una serie de números para fijar el destino que se habría dado a su bebé.
Respecto de los restos de Silvia, que tampoco fueron encontrados al igual que los de ninguno de los que integró la comitiva del traslado masivo desde Banfield el 25 de abril de 1977, sólo hubo un aporte: el del ex militar Estanislao Orestes Vaello, quien señaló que estaban en un predio de Florencio Varela denominado “La Tosquera”. Según señaló Rosa Isabella Valenzi en el Juicio por la Verdad, no se avanzó sobre esa denuncia en las excavaciones que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense, por tratarse de un predio de muy amplia extensión.

Partir sin verte
El 27 de julio de 2004, Concepción Isabella Valenzi de Isabella Valenzi dejó de existir. Su vida terminó sin que pudiera conocer, finalmente, el destino que su hija Silvia había tenido, o reencontrarse con su nieta Rosita, que por entonces tenía ya 27 años.Nueve años antes, Amnistía Internacional había redactado un informe titulado: “Argentina: el derecho a saber toda la verdad, en que planteó: “Amnistía Internacional sigue interesada en que se establezcan las circunstancias sobre la suerte que corrieron los millares de detenidos que «desaparecieron» en Argentina durante la segunda mitad de los años setenta y primeros ochenta. Amnistía Internacional cree que los familiares de las víctimas tienen el innegable derecho a que se realice una investigación exhaustiva de la verdad sobre el destino de sus seres queridos y a que se hagan públicos sus resultados finales”.

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