El 2 de abril de 1977, una joven secuestrada por la dictadura militar argentina, que menos de un mes antes había cumplido 21 años, tuvo una hija en el Hospital de Quilmes. La joven fue asesinada algo más de una veintena de días después. Su hija nunca fue encontrada. Sin embargo, la historia estuvo rodeada de un manto de ocultamiento e intriga.

Ayudemos a identificarlos...

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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Apéndice a esta historia II



En julio de 2010 fueron inhumados los restos de Generosa Fratassi, la enfermera secuestrada después de discutir con el director del hospital Isidoro Iriarte de Quilmes, días después del nacimiento de Rosita, cuando éste le negó a la abuela de la bebé que hubiera nacido allí, y que hubiera sobrevivido.
El atrevimiento le valió a Generosa Fratassi el secuestro, y su posterior paso por el centro clandestino de detención El Vesubio, donde compartió cautiverio con su compañera de trabajo, la partera María Luisa Martínez.


La nota que escribí, y que fue recogida entre otros portales, por la página de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Quilmes y Agrupación de Enfermería 21 de Noviembre.
Treinta y tres años después de su secuestro, los restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Su historia es emblemática, y muestra hasta qué punto la solidaridad era un arma que el gobierno de facto no podía tolerar.  
Fue una italiana que en los treinta y dos años que vivió, le hizo honor a su nombre. Generosa Fratassi, la enfermera del Hospital Iriarte que fue secuestrada sólo por contrariar la versión que negaba el parto de una detenida, podrá por fin descansar en paz. 
Este sábado, a las 11, y con la presencia del intendente de Quilmes, se realizará el entierro de sus restos en el Cementerio Municipal de Quilmes, ubicado en Ezpeleta. 
Nada se supo de la mujer después de que el 14 de abril de 1977, Fratassi fue capturada por cuatro hombres, en la puerta del Hospital de Quilmes.  Recién el retorno de la democracia, en 1983,  y las investigaciones que impulsó el gobierno de Raúl Alfonsín, a través de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), permitió sumar un dato, aunque ínfimo: a Generosa la habían visto en el centro clandestino de detención “El Vesubio”, junto a la partera María Luisa Martínez, su compañera de trabajo, a quien habían secuestrado siete días antes.  El dato lo había aportado una de las pocas sobrevivientes de ese lugar, Elena Alfaro.
Pasaron casi tres décadas desde entonces, y más de treinta y tres años de su desaparición, una cantidad de años mayor a la edad que la propia enfermera tenía cuando se la llevaron. Sin embargo, mediante la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas, el Equipo Argentino e Antropología Forense logró identificar sus restos. 
En medio, la Cámara Federal de La Plata llevó adelante los Juicios por la Verdad, con el impulso de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) platense. Y por allí pasaron la hermana de Generosa, la hermana de la parturienta que puso en marcha la red de solidaridad que terminó convirtiendo a la enfermera en víctima, también lo hicieron muchos de quienes por entonces eran médicos y enfermeros en el hospital quilmeño. Buena parte de ellos dijo no recordar los hechos. 
Pero los hechos quedaron claros para muchos otros de los protagonistas, que los fueron reconstruyendo. Y que permitieron armar el rompecabezas. 


El parto
Silvia Mabel Isabella Valenzi tenía 20 años y un embarazo de cuatro meses cuando desapareció, un 22 de diciembre de 1976, saliendo de La Plata rumbo a Quilmes. Nada se supo de ella, y en vano fueron todos los esfuerzos de sus padres, y del resto de su familia para encontrarla. 
Para saber de su paso por el centro clandestino de detención Pozo de Quilmes, en la actual sede de la DDI, a cien metros del hospital Iriarte, habría que esperar, al menos, hasta 1982, cuando el entonces Obispo Jorge Novak recibiera abiertamente a familiares y empezara a confeccionar listas de secuestrados, para cruzar datos. 
Allí, la madre de una joven bernalense, hoy también desaparecida, conoció a Rosa Isabella Valenzi, la hermana mayor de Silvia. A partir de allí se sabría que Silvia había estado en el Pozo de Quilmes. 
De su destino final, en el Pozo de Banfield, durante algo más de una veintena de días, desde la mañana posterior al parto, y hasta que se perdiera todo rastro, se sabría ya en democracia. 
Pero ya en 1977 se supo del parto, y de la inusual situación de que este tuviera lugar en un hospital (por entonces) municipal, como el Iriarte, dado que la joven se encontraba en calidad de secuestrada.
En la noche del 1º de abril de 1977, Silvia Isabella Valenzi fue llevada a la Maternidad del Hospital, fue atendida, y alrededor de las 3 de la madrugada del día siguiente, nació su hija, a la que llamó Rosita. Tres horas más tarde, la madre era llevada por uniformados en una camioneta sin identificación. 
Al ser arrastrada por los pasillos del hospital, gritó su nombre y su domicilio, en La Plata. Una partera que la escuchó mandó a avisar a su familia, en forma secreta, y por un anónimo. Era María Luisa Martínez, y sería secuestrada en su casa de Quilmes el 7 de abril.


La intervención de Generosa
Seis días más tarde, la madre de Silvia Isabella Valenzi se hizo presente en el hospital Iriarte, y explicó su situación. Una enfermera le dijo que la bebé había quedado alojada en el nosocomio, porque había nacido con bajo peso, y no se la podía retirar, pero que nada se sabía de la madre. 
Concepción Isabella Valenzi, la madre de Silvia, fue acompañada por Generosa Fratassi hasta la oficina del director del hospital. Todo le fue negado a la mujer, desde la presencia de la bebé, hasta la existencia del parto, y los demás detalles que la enfermera había narrado. 
Ante la desmentida de Roberto Iriarte, el entonces director del nosocomio, Fratassi fue lapidaria: “no lo niegue más, doctor, que el nacimiento fue anotado en el Libro de partos”. 
Las dos mujeres debieron salir de la oficina, y la angustiada madre también del Hospital. En el camino un médico le dijo que su nieta aún estaba en Neonatología, y la mujer confesó a su familia que hasta había creído ver a una pequeña con la que sintió una especial conexión. Nada pudo hacer. 
El Libro de partos fue luego burdamente tachado, y en lugar del nombre de Isabella Valenzi, que pudo seguir leyéndose, se inscribió NN.
Un día más tarde, ya 14 de abril de 1977, y mientras realizaba sus tareas habituales, Fratassi recibió una llamada de Carlos Eduardo Miranda, portero del Iriarte, quien le comunicó que un hombre la buscaba en la entrada. Cuando la mujer llegó, eran cuatro los sujetos, estaban armados, y la atenazaron de los brazos. 
Generosa salió el vilo, llevada por los desconocidos, y con sus pies arrastrándose sobre el suelo, para perderse en la misteriosa noche de la dictadura, de la que sólo podría salir treinta y tres años después.  

1 comentario:

  1. Desde el viernes 7 de setiembre de 2012, un aula de la Facultad de Ciencias de la Salud y Servicio Social, de la Universidad Nacional de Mar del Plata lleva el nombre de la colega y compañera GENEROSA FRATASSI.

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